MIGUELANGELO
Capítulo
1
A veces
la caballerosidad las personas la confunden con coquetería.
Jamás
había imaginado que las cosas se pondrían así, así como es todo ahora, yendo
unos 19 meses atrás, me encontraba en casa, sin nada que hacer, solo me había
levantado a trabajar en una panadería en donde laboraba los sábados, para ese
entonces ya hacía 6 meses que me había graduado de el colegio y la verdad el
colegio fue una etapa muy frustrante para mí,
ese día solo me desperté y me mire frente al espejo y ya no aguantaba
más el trabajo, el bajo dinero que ganaría ese día, no aguantaba el saber que
no tenía nada que hacer en esa semana, pues siempre era lo mismo levantarme y
que todo pareciera una pesadilla, pero bueno ahora estoy en una oficina escribiendo
esto y la idea es no centrarme en las cosas negativas.
Continuando
con el relato de lo que ya paso, aquel día ni me bañe, solo me puse una
chamarra azul de los bulls y una sudadera, me tome un trago de agua panela, abrí
la puerta y mire el reloj justo antes de salir, si, era tarde, media hora
tarde, media que había perdido en pura pereza y desanimo en ir a aquella
panadería horrible, horrible pero era mi único ingreso de vida. Rápidamente
cerré la puerta y baje corriendo las escalas, luego corrí y corrí y corrí, por
6 largas cuadras hasta el trabajo, una panadería improvisada en un tercer piso.
Ese
día trabaje hasta la 1 de la tarde, y así fue, al salir de aquella panadería
solo pensaba en que sería de mi vida, por mi mente pasaba la idea de quedarme a
trabajar allí por siempre tratando de sobrevivir, como también pensaba en que
tenía mucho potencial interior como para quedarme así, la verdad sabía lo que
quería hacer con mi vida pero simplemente no tenía motivación ni veía las
opciones para cambiar mis circunstancias.
Al
llegar a casa, me metí las manos en los bolsillos y recordé que tenía 15.000
pesos, era el pago de lo que había trabajado, era mi salvación, era la
gratificación más grande de toda la semana, era la satisfacción de cada semana,
tener dinero después de un duro día de trabajo, tire el dinero en el
escritorio, prendí la computadora y como de costumbre, accedí a un sitio web en
donde ofrecían cada 3 meses cursos de educación superior, busque entre más de
50 ofertas, pues era temporada de ofertas estudiantiles, vi todo tipo de cosas
por estudiar, sistemas, contabilidad, seguridad, cocina, electricidad y un
largo ect. Yo sabía lo que buscaba un título en especial, “hotelería y
turismo”, luego de buscar y buscar, entre líneas, apareció lo que buscaba, accedí
rápidamente al curso me inscribí y me dije a mi mismo, estudiare esto y saldré
de mi zona de confort. Rápidamente puse música que subiera mi estado de ánimo
como una solución a mi falta de inspiración y motivación, tan fuerte como pude
cante y brincaba en la sala de aquel pequeño apartamento, luego recordé que no
todo estaba hecho, para poder pasar al cuso de 4 semestres, primero había que
salir victoriosos en un cuestionario web de razonamiento lógico, luego, si
pasaba ese filtro, tendría que enfrentarme a una entrevista frente aúnas 40
personas y delegados, conocía a la perfección como funcionaba el sistema para
poder estudiar allí, ya me había presentado dos veces antes y no había podido pasar,
¿el problema? la entrevista , era algo que me paralizaba y me llenaba de temor
debido a que en aquel entonces era supremamente tímido y de baja auto estima,
problemas obtenidos en la escuela.
De
repente un sonido interrumpió mi pensamiento, era mi madre que acababa de
entrar al apartamento, me miro con una mira profunda y fría, no estaba contenta
era lo más seguro, y me dice: bájale el volumen o mejor apaga eso yaaaaa.
Toda
la inspiración y alta autoestima se vino al suelo, me sentí como un ser humano
con una vida miserable y normal, volvió a mí ese sentimiento de perdedor y
chico sin oficio ni destino, es horrible recordarlo, es sentirte como si fueras
nada.
Mi
madre en medio de su comportamiento enojadizo e indiferente y sabiendo que me
encanta viajar, me dice desde la cocina: marina, mi amiga, se mudara muy lejos,
ve con ella, ayúdala a mudarse y aprovecha para viajar”.
Y así
fue, me vestí tan rápido como pude, en tanto sonaba, el pito del camión en el
que la señora se mudaría, era el camión de un amigo mío, así que el viaje sería
mucho mejor, para describir rápidamente lo sucedido y para obviar detalles diré
que fuimos hasta la casa, descargamos las cosas de la señora, y empezamos el
regreso. En el camino solo había silencio entre mi viejo amigo y yo, así que decidí
romper con ese silencio incómodo y empezar a hablar acerca del clima.
Después
de 5 minutos ya todo era risas y una entretenida conversación, de repente vino
a mi mente lo aburrida que era mi vida, como también lo bueno que sería empezar
a estudiar, así que le comente a mi amigo lo que estudiaría, se lo contaba
mientras el conducía concentradamente el camión, inclusive pienso en ese
momento y recuerdo que el no presto demasiada atención a lo que yo planeaba, hasta
creo que en estos momentos ni siquiera el, tendrá conocimiento sobre lo lejos
que estoy de casa justo ahora, solo pienso en que la vida es demasiado
impredecible, y que en ese día en adelante mientras yo estaba mirando la infinita
carretera y los carros pasar rápidamente a mi lado, todo sería diferente, tan
diferente como extraño, todo ha sido desconocido, inclusive en este momento
reflexiono profundamente en que las cosas sin importancia como los problemas y
preocupaciones me han robado un gran pedazo de la experiencia maravillosa de
vivir y sentir la respiración, el aire pasar a través de los pulmones, sentir
tu dedo más grande del pie con sus bordes y texturas que lo rodean, luego tu
pie entero y así sucesiva mente todo tu cuerpo, no importa que este justo
escribiendo esto en frente del supervisor de mi área, solo importa que estoy
recordando y experimentando la vida.
Fue
un buen día, presentía en aquel entonces que las cosas cambiarían y así fue,
todo cambio.
Incluso
tenía por costumbre levantarme todos los jueves a eso de las 4 am, muy pocas
veces había deseado tanto levantarme a esa hora, lo hacía con la intención de
ir a la plaza minorista de la ciudad, para cargar y traer la fruta del negocio
de mi hermano, este acontecimiento que tenía lugar en mi vida cada semana se ha
ganado un espacio en este relato debido a que contempla ciertas cosas que
percibía un poco extrañas para mí; Para las personas que acostumbran a viajar
en transporte público en la ciudad de Medellín es muy común que el transporte
del barrio sea realizado por una buseta pequeña pero con la velocidad y pericia
suficiente como para esquivar hábilmente los trancones, como también se hace
muy normal que a las 5 de la mañana de un jueves, la buseta valla tan llena
como le sea posible, en muchas ocasiones tuve que soportar con la incomodidad
de sentir personas encima de mí, esas que van tarde para el trabajo, que
alcanzan a coger la buseta agitados por correr tras ver el transporte pasar a
una cuadra y que al subirse se paran justo al lado de tu asiento; No sé cómo lo
hacen, pero llegue a ver personas que se maquillaban en la buseta aun estando
de pie, como también llegue a ver chicos que al percatarse de que una anciana
se subía al bus serraban los ojos en señal de que se encontraban durmiendo con
el fin de no pararse y ceder el puesto, yo por mi parte tuve veces en que cedía
el puesto a quien de verdad lo necesitara, en otras ocasiones simplemente no cedía
el puesto debido a que manejo cierta arrogancia que adquirí influenciado por
algunos libros que más adelante describiré, una arrogancia que me daba firmeza
en la idea de que si yo pague un pasaje tenía el mismo derecho que todos a
estar sentado, aun mas si tenía la suerte de encontrar un asiento vació y que
si una persona que es de edad avanzada o no puede estar de pie por sí misma en
una buseta de transporte público con alto tráfico vehicular, debe de ser
consciente de que es muy probable de que no encuentre un asiento vacío como
también de que las personas simplemente no quieran ceder su asiento, puede
sonar muy arrogante o poco caballeroso pero estoy expresando lo que es; de una
manera muy directa y la verdad creo mucho en una expresión que escuche hace
poco que menciona que hoy en día la caballerosidad es confundida con la coquetería,
sin generalizar.
El
caso es que subirme a la buseta los jueves era algo que me gustaba pues podía
observar muchas situaciones y momentos incomodos, otras veces simplemente
dormía hasta el punto de destino La plaza minorista, aun recuerdo el primer día
que fui con mi hermano a ayudarle con lo de la fruta, recorrimos la plaza en
busca de 6 frutas, mi hermano sabia donde llegar exactamente, así que yo solo seguía
sus pasos, recuerdo al señor que nos vendía la manzana, era un señor de bigote,
calvo, con la cara un poco caída, y con unos ojos saltones muy grandes enrojecidos
muy posiblemente por estar despierto desde muy, pero muy temprano, este señor
era muy renuente a rebajarle la fruta a mi hermano, además de que hablaba con
muchas personas a la vez, en conclusión me caía mal, en especial tengo el
recuerdo de la hija de este señor, era una chica de unos 18 años, de color de
piel blanca, su rostro era muy particular tenía una nariz muy respingada pero
muy encorvada hacia arriba y tenía un lunar en alguna parte de su cara, no
recuerdo donde pero lo tenía, era un
rostro algo chistoso; Esta chica estaba
atraída hacia mi hermano, yo lo podía notar, mientras ella organizaba las
frutas de su padre miraba a mi hermano con deseo y yo solo buscaba la manera de
no reírme, y la verdad no era muy agraciada físicamente, creo que mi
hermano no se percataba de nada, él estaba muy concentrado contando manzanas.
También
recuerdo a un señor que nos vendía el mango, era una persona de unos 40 años, y
que por su acento se podía notar claramente que no era de la cuidad, él siempre
tenía un mango distinto para ofrecernos debido a que el mango es muy variable
en cosecha y precios, mi hermano le decía que no confiaba en sus frutas, con la
intención de que se diera lugar al hecho de que el señor partiera un mango en
frente de nosotros para mostrarnos si era de buena calidad, luego yo me comía
el mango partido y asentía afirmativamente con la cabeza a mi hermano en señal
de que tenía buen sabor, entonces lo comprábamos, era una costumbre que se fue
formando con cada semana.
Y
la persona que mejor recuerdo en la plaza, era un señor que nos vendía el
banano, era muy amable, tenía bigote y era de tez morena, él nos permitía
guardar las frutas en su negocio, mientras nos íbamos a desayunar unos locales más
abajo. Pronto este señor amable se convertiría en mi amigo, no porque siguiera
yendo a comprar fruta con mi hermano, más bien porque sin pensarlo pronto yo
estaría recorriendo los pasadizos de la
plaza con otra perspectiva, sin costales de frutas a mis espaldas, no es que no
me gustara ayudarle a mi hermano simplemente la monotonía cansa y a veces solo
busco cambiar las cosas que me rodean, la plaza es un lugar agradable y en su
tiempo lo fue para mí, con sus pasadizos llenos de frutas y carretas circulando
en todas direcciones, como también no podré olvidar el olor que lleva el aire
allí dentro, el olor es característico de cada zona de ventas, pero en general
a mí me huele a mazorca fresca.
Sabia
por experiencia que para poder aprobar los exámenes y entrevistas de admisión
en el instituto, debía de estudiar, repasar aquellas cosas que había aprendido
en el colegio, a aquellas cosas que hacía ya 6 meses estaban en el pasado,
justo en un cajón empolvado y viejo, que solo me trae recuerdos negativos y de frustración.
El examen lo presentaría 15 días después de inscribirme, así que me puse en la
tarea de estudiar 2 horas diarias por dos semanas, repasando notas, exámenes,
talleres e investigando en internet temas de razonamiento lógico, aún recuerdo
que muchas cosas de las que me enseñaron en el colegio no me sirvieron, incluso
sigo esperando el día en que esas cosas complejas de matemáticas, química y
física me sirvan para algo, aunque la verdad no creo que llegue ese día, y si
llegase recurriría sin pensarlo a google, también quiero pautar que si un
profesor lee esto, no lo hago por criticar la educación, lo hago porque así son
las cosas y a veces es mejor decir las cosas como son.
Nunca
antes he escrito un libro o una autobiografía, por lo que es muy probable que
mi redacción no sea la más adecuada, creo que mi estilo al escribir es muy
original y único, así que si en algún momento de mi relato mezclo temas diferentes,
es porque es una forma insólita de escribir.
Haciendo
énfasis en lo anterior, quiero pautar que mientras escribo esto en la oficina,
pienso constante mente en ella, en ella a quien creí olvidar hace 18 meses, pero
que últimamente con nuestros frecuentes encuentros no planeados ha vuelto a
entrar en mi inconsciente, atraído por una sugestión pensando en que ella es
especial.
Continuando
con la cronología de los sucesos, estudie durante esos 15 días, solo me
levantaba y repasaba y repasaba, resolvía los mismos problemas una y otra vez, estudié
en la mañana, en la tarde, y hasta en la noche, incluso mientras resolvía
problemas de regla de tres, el timbre del pequeño apartamento sonaba, accionado
por el dedo de una persona que hace parte de esta historia, me atrevo a decir
que es el ser humano que más ha influenciado en mi vida, su nombre: Borkan Garcia,
en realidad no es su nombre, como tampoco es un nombre que yo me haya inventado
para ocultar su identidad, simplemente es un seudónimo que el mismo decidió
ponerse. Borkan iba constantemente al apartamento para decirme que fuéramos al
gimnasio, pero esta vez y durante esos 15 días no fui, solo quería invertir mi
tiempo en estudiar para poder aprobar el filtro del curso, suena muy exagerado ponerse
en esos planes durante dos semanas, pero cuando algo se desea lo suficiente lo
más extremo siempre es una opción.
Llegado
el día de presentar la prueba me encontraba lleno de expectativa e
incertidumbre, recién había entrado en el apartamento debido a que en horas de
la madrugada me encontraba en la plaza de mercado cargando la fruta del negocio
de mi hermano, al llegar a este punto del relato recuerdo una parte importante
que se me pasaba por alto, continuando con lo sucedido descargue las frutas en
la cocina y me senté frente al computador, había comenzado la prueba de 20
minutos, leía tan rápido como podía, y en mi mente buscaba las respuestas más
lógicas, creo que no soy la única persona que piensa así, pero cuando presento
un examen o un test, siempre pienso en dos respuestas, las que me parecen
razonables a mí y luego pienso en la respuesta que parece más razonable para la
personas en general, lo hago con la intención de tener siempre una perspectiva
de las cosas desde un punto de vista más general, una forma original de
resolver la prueba que tenía enfrente de mí.
Estaba
profundamente concentrado en todo lo que leí, respondía y miraba el reloj,
respondía y miraba el reloj, luego de la nada perdí la contracción, una papaya
madura cayo sobre el escritorio, era mi hermano que estaba desempacando la
fruta, la escusa por la que lo hacía en el escritorio era que la papaya es muy
delicada y tiene que estar en lugares frescos y adecuados tal como lo es un
escritorio, según argumento él.
Finalizo
la prueba, y analizando la situación todos mis esfuerzos y tiempos de estudiar
se habían invertido en 20 minutos, veinte minutos que llevaban toda mi
esperanza, deseos y sueños, sentí una sensación muy extraña, es como estar
seguro de que lo hiciste bien por el hecho de que estudiaste y le pusiste toda
las ganas, pero por otro lado sentí mucha incertidumbre por que simplemente no
había quien me digiera que las respuestas eran correctas. Durante las
siguientes 3 semanas previas a los resultados, solo podía pensar en eso, y el
fracaso era la opción que más se introducía en mi mente.
MIGUELANGELO
Capítulo
2
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